SOCIEDAD

La alegría también es Argentina: ¡Una multitud recibió a la Selección Nacional!

¡Dale Campeón! ¡Dale Campeón!

La concentración popular más grande y épica de la historia de nuestro país, convocó alrededor de cuatro millones de compatriotas, quienes se dieron cita espontáneamente, en diferentes puntos del AMBA, en el Obelisco y Plaza de Mayo, para expresar a viva  voz su cariño y  agradecimiento por el logro obtenido por “La Scaloneta”: nada más y nada menos que la Copa Mundial FIFA Qatar 2022, luego de una performance  notable, que fue potenciándose partido a partido.

Es el triunfo de un Equipo, de los jugadores y de su cuerpo técnico. Aquí no hay misterio: mucho trabajo, disciplina, unión, amor por la camiseta, resiliencia y todo el deseo compartido por conquistar la ansiada Copa.

Pero…estamos en la Argentina…Y la idea de las autoridades, que infelizmente no pudo ser plasmada en un operativo de seguridad adecuado, el que demostró fallas de importancia. El circuito inicial preveía que el ómnibus abierto que transportaba a “los Muchachos” recorriera diferentes lugares estratégicos de la provincia de Buenos Aires, para arribar a CABA, y llegar al Obelisco, entre otras locaciones porteñas  donde cientos de miles de argentinos se habían dado cita para ver de cerca a los Campeones del Mundo 2022, no pudo ser…

¿Los motivos? La ausencia más que notoria de una planificación de seguridad. Situación  que  quedó evidenciada por “la marea humana” corriendo y avanzando por calles y avenidas sin rumbo, pero que tuvo su climax, cuando desde el Puente Richieri, dos hinchas se lanzaron al micro de los jugadores, uno cayó adentro, y el otro, al pavimento. Sin dejar de mencionar la presencia de cables que gracias a la Providencia pudo ser descartado un desenlace fatal que hubiera afectado directamente a algunos miembros del plantel albiceleste…

¿Cómo continuo la historia? Unas vueltas, pocas, en helicóptero y el regreso precipitado al predio de la AFA en Ezeiza. Los jugadores se preocuparon…Hubo un gran parte del país que también temió que la fiesta terminara en una tragedia.

Y como si esto fuera poco…el Obelisco fue vandalizado nuevamente, puerta de acero, varios candados, para algunos pareciera que festejar es sinónimo de destrucción, “que habilita hacer cualquier cosa”…

Al comenzar el operativo encabezado por Bomberos y Policía de la Ciudad para bajar del histórico monumento a un pequeño grupo de individuos que había decidido intrusarlo…Empezaron a volar botellas, piedras, todo lo que estuviera al alcance de un puñado personas, que en visible estado de ebriedad, se enfrentó con las fuerzas de seguridad. Hubo gases, corridas, momentos de tensión, los que felizmente se disiparon, cuando las autoridades lograron que los ocupas del Obelisco depusieran la actitud.

Festejar no es destruir: la suciedad y los daños significativos provocados deberían correr por cuenta de quienes generaron el pandemónium

Entiendo, a esta altura de los acontecimientos, y como para que hechos de  esta violencia  inusitada no se vuelvan a repetir,  que debería existir una Ley que establezca penalidades concretas y efectivas para quienes intrusen o intervengan monumentos públicos.

Festejar no es destruir.

¡¡¡Muchas gracias a la Selección Nacional y vayamos por la Cuarta Estrella!!!

 

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